EL
DEPORTE NACIONAL.
Los
aficionados aguantábamos las respiración ante la carrera de cien
metros. La comentarista rusa hablaba... ¿de deporte? No. Mientras
los muchachos se preparaban para correr, la señora contaba sobre
sobre el dinero que ganarán con cada paso, sobre las tarjetas de
crédito que tienen, sobre sus ingresos en televisión... y lo hacía
con alegría.
Callar
a esa mujer durante 9.63 segundos será la contribución más grande
de Usaín Bolt con la humanidad. Ojalá hubiese corrido más lento.
Me
preguntaba: ¿hasta aquí llega la propaganda? ¿Algún psicólogo
aconsejó que durante la tensión del momento haría grabarse el
mensaje más profundamente? Me temo que sí.
Dólares,
millones de dólares salieron de su boca... la comentarista se
extasiaba, gozaba, gemía hablando de dólares, de barcos, de coches,
del dinero del otro... de deporte, ni una palabra.
Pero
hablar de dólares no es el único deporte popular en Rusia.
También
es popular hablar de euros.
Pero
tampoco. Hay un deporte por encima de los demás, el más
promocionado, desde las escuelas, el más practicado, y que no es
olímpico: el odio a sí mismos. El desprecio a lo ruso.
La
idea de que “nada puede salir bien, porque somos rusos”, me
enrabieta.
La
idea de que “mejor no hacer nada, pues de hacerlo, lo haríamos
mal, porque somos rusos”, me encoleriza.
El
ruso vive convencido de que sólo en su país hay corrupción,
pobreza, paro... y esto ya hace gracia.
Contemplar
a alguien se desprecia de esta manera, de insultarse hasta tal
extremo, excede la simpática y divertida autocrítica, es triste y
patético. Qué no cuando son millones repitiendo, como coros
escolares leyendo un libro.
Consiguieron
que este pueblo se odie a sí mismo. Esa es la gran victoria de los
poderosos.
A
cambio, se les ofrece una solución, un consuelo a tanta miseria
moral: la Iglesia, donde arreglan las almas mientras la mantengas
agachada.
Ni
una sola vez he hecho referencia en mis notas a la cacareada “Alma
Rusa”. Simplemente, no sé si hay alma, y menos con nacionalidad.
Creo más en los cuerpos, en los que trabajan, los que pasan hambre y
los que se quieren entre ellos.
“La
nieve es más blanca en Finlandia”... he llegado a escuchar.
Las
reformas en casa son de dos tipos: la reforma y la euro-reforma, la
buena y cara.
-Sí,
pero Antes... dice alguno que no se quiere rendir, haciendo un poco
de memoria.
-Sí,
Antes, pero eso era antes. Antes era... antes - Responde el otro.
Antes,
la patria olvidada, la palabra sustitutiva de algo que no se puede
nombrar.
El
olvido es el segundo deporte por práctica en Rusia.
El
tercero es la memoria selectiva.
Extraña
cosa es la genética. Diríamos que un ruso hace cuarenta años
debería ser igual a un ruso ahora, incluso, en teoría, que no en la
práctica, debería ahora estar mejor alimentado.
Pero
no, los de arriba, así como la prensa occidental, han impuesto su
idea, su concepto, la de que el ruso no sabe pensar, ni hacer, ni
vivir. Algunos, los que pueden permitírselo, estudian en masa
idiomas extranjeros. Algunos han llegado a decirme que lo hacen para hablar sólo con gente que no fuese rusa. Así de crudo.
Y
viven tranquilos, la calma del derrotado, la felicidad del tonto, que
no sufre.
Cuando
leen que en España hay cinco millones de gente sin trabajo, se
enfadan, no lo creen.
¿Qué
queda si se rompe la imagen del paraíso?
Mientras que en el comunismo y socialismo la victoria es de todos, en el capitalismo la culpa es de todos y la solución la traen esos pocos de ahí arriba. Esto me recuerda al "habéis vivido por encima de vuestras posibilidades" que empuja a los españoles a culparse de una crisis inventada. Es el ladrido del perro pastor para dominar a las ovejas.
ResponderEliminarY ese "antes era antes" recuerda a las menciones que hacemos al bienestar de los 80-90 y que ya añoramos con nostalgia porque nos han dicho que no los volveremos a vivir. Nos venden que es una utopía.
Lo sorprendente es que envidien la vida de España actualmente.
COmpañero:
ResponderEliminarla táctica es diferente a la estrategia. Los pueblos sumisos, aspiran a obtener el perdón de los demás hablando mal de si mismos. Esa veta es el camino al debate que hay que dar. Las culpas colectivas ocultan, los mecanismos de dominación. Por eso hay que pensar en la táctica y la estrategia de la derecha.
España, Argentina o Rusia no le escapan a este modo de sometimiento. Cada uno con sus características. Un país subdesarrollado y periférico y los otros ocupando el mapita de la vieja europa.
En fin, las técnicas de dominación son idénticas, el primer paso siempre es hacernos cargo de la culpa colectiva, hasta que alguien venga a salvarnos la ropa.
Un abrazo como siempre viejo cumpa!