lunes, 1 de octubre de 2012




DE NUEVO EN ESPAÑA

Vuelvo a España con una duda que resolver. No sé quién de las dos tiene más méritos.
Rusia, por su lado, ha conseguido viajar en el tiempo.
Leo a Giliarovskiy, que se refiere a los primeros años del siglo XX, siendo un testigo directo:

“En la asamblea de la ciudad (Moscú), se trató ya varias veces el tema de construir el Metro, pero con poca determinación. Los mismos “padres de la ciudad” sentían que ante tal nivel de robo, de sobornos, ante tan seguro despropósito, no bastarían todas las riquezas del mundo”

O quizás tenga más méritos España, que en cien años no se ha desplazado ni un centímetro por la línea temporal, y para la que la cita anterior no ha de ser una noticia sorprendente.

Unas páginas después me obligan a cambiar de tema: leo sobre el Mercado de Jitrovka, uno de los más famoso de la vieja Moscú, destruido tras la Revolución de 1917. Leo sobre el espantoso sistema por el que decenas de miles de hambrientos vendían allí su ropa para comer, teniendo que volver después para tomarla en alquiler, cuando se acercaba el invierno.
Me intereso por el nombre de los dueños de aquel terrorífico mercado, donde había profesionales dedicados a fumar tabaco negro para disimular el olor fétido. Me aparece el nombre de Bunin, Rumiántsev, Romeiko, Kulakov... curiosamente, muchos de los que escribían después desde su triste exilio en palacios de París sobre la “feliz y maravillosa Rusia perdida”. Hoy los niños de los colegios de toda Rusia acuden en excursiones organizadas a visitar los viejos caserones de aquellos comerciantes, “flor y orgullo de la Rusia pre-revolucionaria”, les dicen.

Vuelvo a España por unos días. Viviré sin Rusia unas semanas, aunque no creo que ella lo  note. Quizás en estos tres meses hayan cambiado muchas cosas en el país, pero no me he dado cuenta. Se habrán producido, quizás, cambios que saldrán a la luz dentro de veinte años, ese concepto de Unamuno de la corriente que marcha en dirección contraria bajo el río que todos vemos, eso de la “intrahistoria”... quizás, eso espero.

En España la historia sí está saliendo a flote. Y por mucho tiempo que pase fuera, las raíces no se anestesian.
Nunca me ha gustado aquel término de “ciudadano del mundo”. Me parece la versión burguesa del internacionalismo; lo segundo es sufrir y luchar por cualquier humano, lo primero es beber coca-cola en diferentes países.

Sufro con el pueblo ruso, pues allí vivo, de ellos aprendo, y sobre él escribo. Sufriría igual con el pueblo de al lado, y con el de más allá. Pero cuando vuelvo a España, cuando aparece la tierra amarilla y seca bajo el avión, cuando el quejío es en mi lengua, cuando es español el que recibe el golpe del que va armado, el que pasa penurias, el que grita desesperanzado... el dolor, si acaso es igual de intenso que en cuaquier otro lugar, tiene un color, un matiz diferente, hace más eco en mí.

Estos días Madrid duele mucho. Duele advinar que la única solución sea la tragedia, pensar en que uno habrá de parecerse en algo a ellos para poder derrotarlos.
Madrid, bajo la lluvia y la amenaza, nerviosa, valiente, golpeada, estafada y en proceso … me es hoy más querida que nunca.

Flota la sensación de que se termina el carnaval. De que nos quitamos las caretas.
Quizás este haya sido el gran mérito de aquellos que han rticipado en la historia estos dos últimos años. Hoy, en España, hay miles de hombres y mujeres que con cierto grado de sorpresa, y tras abrir un poco la boca, han descubierto que son rotundamente fascistas.

El mérito de estos dos años y sus protagonistas ha sido el de pintar de negro el contorno de las cosas, de aclarar el dibujo borroso y amalgamado de nuestros tiempos, de traer una espada y una pared.
Millones de jóvenes se están educando en calles liberadas, rodeados de amigos, discutiendo, valorando, comparando, intentando sacar algo en claro, caminando hacia al enemigo. Y esto no puede no dejar su huella en la historia, ya sea mañana, ya sea pasado.

2 comentarios:

  1. En verdad que deseo que todas estas movilizaciones demócratas, ciudadanistas... "bien"; acaben evolucionando a una sociedad de masas militantes y politizadas, comprometidas en serio, tanto en las vacas flacas como en las gordas... y desde el anticapitalismo. Aunque tome veinte o treinta o cincuenta años. De otro modo, sólo asistiremos a un parche y condenaremos a las generaciones futuras a una nueva crisis cíclica mucho más seria.

    Si no me dan la vara de nuevo en el aeropuerto por la absoluta y negligente incomunicación entre oficinas de visado y control de pasaportes, quizá me encuentre en Madrid también la semana que viene.

    Yo andaré con mi sindicato. 100 años en la brecha.

    ResponderEliminar
  2. Compañero
    Acabo de releer tu nota por tercera o cuarta vez.
    Me embarga la ilusión de la lucha. La emoción del pornto regreso a ese pequeño país que está luchando.
    Seguramente todo será largo, extenso, pero hay que seguir haciendo esfuerzos para que los compañeros logren frenar ese genocidio que todos suelen llamar neoliberalismo.
    Vuelvo en unos días para estar con ese pueblo en lucha.
    Un abrazo

    ResponderEliminar