CULEBRONES RUSOS.
Los niños españoles, después de
comer, nos sentábamos con nuestras madres frente al televisor y
veíamos el “culebrón”, la telenovela, el serial...
Recuerdo aquel... se llamaba
“Cristal”, y fue mi primer contacto con Venezuela.
“Mi vida eres tú... y solamente
tú”... sonaba la melodía. ¡Carlos Mata! Cantante, actor,
galán... qué sustos da a veces la memoria.
Acabó aquella serie y empezó otra
vez, con un nuevo nombre. “Topacio”, “Abigaíl”...
Hermosas mujeres de cartón, vestidas
los primeros capítulos con ropas humildes, entraban a trabajar en
una casa opulenta, de “licenciados” (mafiosos) con nombres y
apellidos eternos, se enamoraba del galán, comprometido ya con una
víbora que sólo lo quería por su dinero, confabulada a su vez con
la madre malvada del galán... urdían tramas tenebrosas (que, por
qué negarlo, a Dostoievskiy le hubiesen entretenido muchísimo), y
al final triunfaba el amor.
Venezuela entraba en nuestras vidas.
Las mansiones, los coches, las piscinas, la silicona, las suegras
clasistas que no creían en el amor, jóvenes humildes que no los
querían por su dinero, y la servidumbre, los gritos de “mugrosa”
a la sirvienta...
Eso era Venezuela para los niños
españoles. Eso y “las mujeres más bellas del mundo”
A su vez, Rusia, que iba cambiando de
nombre y de esencia, era todavía un tablero de ajedrez con dos
hombres serios a los lados, piruetas de una cosa llamada “ballet”,
eran películas extrañas, libros extraños... era un país sin
culebrones, un país de amor sin motivos (en realidad, por extraño
que suene, hoy medio mundo sigue negando a los rusos la facultad
humana de amar, pero ese sería otro tema)
Un día dejaron de echar culebrones
venezolanos. Llegaron los de México, a los que denominaban “buenas
series”.
Venezuela desapareció de nuestras
vidas, se sumió en un sueño profundo para nosotros. En ella,
parecía que no sucediese nada...
Pasan los años. Hoy es Rusia el país
“de las mujeres más bellas del mundo”, hermosa mercancía. Y es
el país que produce los peores culebrones que la humanidad haya
presenciado jamás. Cientos al año. Telenovelas que se parecen a
Rusia en muy pocos metros cuadrados, y si acaso, sólo en Moscú.
“Dos destinos”, “Pájaro libre”,
“Quiéreme, vida”... Mansiones, piscinas, mujeres de cartón,
confundidos y apuestos empresarios. Grandes coches, chóferes armados
(y la incorporación rusa a los culebrones de algunas tristes tramas
policiales)
Sin audio, muy difícil sería
diferenciar una telenovela venezolana de los años ochenta con una
hecha en Rusia ayer. Hasta los actores, mediante solárium de
gimnasio y playas de Ibiza muestran el mismo tono caribeño.
Pareciera que la injusticia y la
miseria circundante embellece a las mujeres. Pareciera que en Rusia
jamás hubiese existido nada mejor.
La cultura es una cuestión de
principios y de caminos, no de dólares ni oficinas.
Hoy vuelvo a Rusia. Me acompañará esa imagen muchas veces vista de millones de mujeres jóvenes y viudas, aburridas y sentadas viendo culebrones rusos, sufriendo con las historias de aquellos otros, en muchos casos, los culpables de que no estén acompañadas, de aquellos que importaron el odio al prójimo.
Amigo: veo que te agarró, que te ha pillado la melancolía. el culebrón al que haces mención sigue siendo el mismo, pero con nosotros de actores perpetuos y sin letra.
ResponderEliminarVenenzuela ya es otra historia, y esa Rusia también.
Lamento mi tardanza y este desencuentro, pero las distancias a ciertas edades son casi eternas.
Me debes una charla o yo te debo una, que vendría a ser lo mismo.
Un fuerte abrazo como siempre
Maldito el momento en el que he decidido ponerme al día con este blog. Me ha encantado el análisis social a través del culebrón, pero ahora no puedo quitarme de la cabeza ese "Mi vida eres tú....".
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