domingo, 29 de julio de 2012


ARMAS, INJURIAS Y BLASFEMIAS.

Visionarios. Para enfrentar los graves problemas de Rusia, como son la pobreza de millones, la desigualdad, la pérdida estrepitosa de población, la destrucción premeditada de cualquier forma de cultura y sanidad universal... esos señores de arriba planean grandes proyectos para un futuro próximo: la legalización de las armas, la prohibición de la injuria y la prohibición de la blasfemia antirreligiosa, valga la redundancia.

La prohibición de las injurias está ya firmada. Qué es una injuria y qué no lo es, sólo ellos lo saben. Quizás ellos mismos nacieron con la injuria, quizás de tanto practicarla la acabaron entendiendo. Me recuerda a la Carta de los Derechos Humanos, escrita por aquellos países que los violaron más a menudo, y los siguen violando.
La sola propuesta de legalizar las armas es una injuria moral, aunque una injuria armada. Sobre la moral y las balas tienen el consentimiento de los que claman incluso contra las terapéuticas blasfemias verbales, bastante inocentes, por cierto, en el oceánico idioma ruso. Por otro lado, para un español, la prohibición de blasfemar es algo que le da ganas de utilizar las armas.

El idioma español es, ciertamente, el más blasfematorio del mundo. A diferencia de otros idiomas, en los que juramentos y blasfemias son, por regla general, breves y separados, la blasfemia española asume fácilmente la forma de un largo discurso en el que tremendas obscenidades, relacionadas principalmente con Dios, Cristo, el Espíritu Santo, la Virgen y los Santos Apóstoles, sin olvidar al Papa, pueden encadenarse y formar frases escatológicas e impresionantes. La blasfemia es un arte español. En México, por ejemplo, donde, sin embargo, la cultura española se halla presente desde hace cuatro siglos, nunca he oído blasfemar convenientemente. En España, una buena blasfemia puede ocupar dos o tres líneas. Cuando las circunstancias lo exigen puede, incluso, convertirse en una letanía al revés” Luis Buñuel

Sobre las injuria: en la ciudad de Krimsk hace pocos días sucedió una tremenda catástrofe en forma de inundaciones. Desde Moscú se declararon 150 víctimas. A aquellos lugareños, víctimas de la tragedia, que gritaron que los muertos eran muchos más, que los conocían personalmente, fueron detenidos, por uso de la injuria. 150 y punto. El resto son muertos injuriosos.

Sobre las armas: de cómo el país que en su día tuvo más científicos, poetas y profesores por metro cuadrado del mundo quiere convertirse en un decorado de las películas del Oeste... no lo llego a entender. Ni quiero creérmelo. Si tan alarmante noticia es una cortina de humo, no me quiero imaginar lo alarmante de lo que quieren esconder.
Ya hay armas hoy en las calles de Rusia. Las llevan, por ejemplo, esos señores con traje que son los chóferes de los que se las compraron. Les sirven de protección cuando llevan a la mujer del oligarca a la peluquería, o a su hija a la universidad. Sólo imagino que puedan protegerse de ellos mismos, cuando forman filas de enormes coches negros a las puertas de las facultades y las iglesias principales, mientras esperan que sus dueños reciban la bendición.
Yo mismo vi un tiroteo. Fue en Irkutsk, en la Plaza del Mercado Central. Vi quién disparó. La policía, que por cierto casi siempre va desarmada, no quiso tomarnos declaración a los testigos.

Pero hablemos de la Iglesia. La blasfemia, por supuesto, no será delito sólo en su forma lingüística. Se trata de perseguir a todo y a todos los que ofendan a su religión, a sus creyentes, a sus credos o a sus acciones.
Con la iglesia hemos topado, Sancho”... sólo falta saber quién será el Gran Inquisidor.
Por eso, como buen ciudadano que soy, y viendo el panorama, declaro que:

La Iglesia Rusa es tan maravillosa como la española. Quiero mucho a las dos. No sé a cuál más. Son como papá y mamá.
La Iglesia Rusa es comprensiva y cariñosa con los homosexuales, a los que quiere ayudar y apoya en todos sus problemas.
La Iglesia Rusa no compra y vende inmuebles en Moscú. Mucho menos ese famoso hotel de la Avenida Lomonósov.
La Iglesia Rusa siempre está al lado del débil. Roba a los ricos y lo entrega a los pobres.
La Iglesia Rusa no tiene relación directa con el gobierno ruso.
La Iglesia Rusa que estaba en el exilio no colaboró con las autoridades de la región francesa ocupada por los nazis para luchar contra el socialismo.
La Iglesia Rusa no apoya a grupos de extrema derecha en Rusia.
La Iglesia Rusa no entra en los colegios y universidades. Tampoco presiona al Ministerio para prohibir ciertos libros e implantar otros.
El Patriarca Kiril no lleva un reloj de miles de dólares.
La Iglesia Rusa no está reclamando, obteniendo y cerrando edificios que los malditos e infernales comunistas convirtieron en escuelas y museos.
La Iglesia Rusa no apoya acciones militares en el Cáucaso contra, oficialmente, ciudadanos rusos .
La Catedral del Cristo Salvador no alquila sus instalaciones para actos privados y políticos. La Iglesia Rusa está en contra de la legalización de las armas.

Y vale por ahora. No quiero ganar el cielo tan rápido.

1 comentario:

  1. Hombre Enrique, que a veces hacen conciertos punk en la catedral.

    http://www.youtube.com/watch?v=F1ZiZvGeN0I

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