miércoles, 27 de marzo de 2013


POR QUÉ ( AUNQUE POCAS VECES) PUTIN NOS CAE BIEN.


Puede ser que cuando dicen que “a lo mejor” mató a Berezovskiy, Putin nos caiga simpático. Recalquemos el “a lo mejor”: si hubiese una total seguridad, Putin sería un asesino sin simpatía posible; si con toda seguridad fuese inocente, nos decepcionaríamos muchos por haber dejado libre y feliz al mafioso.
Putin es el beneficio de la ambigüedad, el resultado de la duda y el miedo.

Berezovskiy fue uno de los mayores criminales y mafiosos de la historia de Rusia. Fue uno de los constructores de este nuevo sistema que ha causado la mayor crisis humana, social y económica de los últimos sesenta años en el país. Eran los años 90... y por entonces las fortunas se hacían a punta de pistola, (ahora se hacen a base de contratos). Berezovskiy fue uno de aquellos que en 93 disparó con tanques sobre la masa de mujeres y hombres que defendía el Parlamento y su legitimidad. Berezovskiy fue el rey de la privatización por la fuerza, del hambre y la injusticia.

(Oigo voces que me dicen: Putin no es muy diferente. Y las voces llevan razón. De eso vamos a hablar).

Y es que siempre me ha llamado la atención, y me ha alarmado, la simpatía que Putin tiene entre muchos círculos de la izquierda occidental. Putin es alguien que pareciera esforzarse por la soberanía y la independencia de Rusia; a su vez, es el ídolo de los oligarcas, mafiosos, nacionalistas y banqueros, que tienen barra libre para robar a su pueblo.

¿Por qué entonces es Putin tan impopular entre la derecha occidental y a veces admirado por la izquierda?

La primera respuesta es sencilla: las privatizaciones masivas, la venta del país y de sus recursos han caído en manos de mafiosos rusos (esa es la idea de patriotismo de Putin). Mientras, la derecha internacional querría que lo expoliado estuviese en manos de mafiosos internacionales. La oposición neoliberal en Rusia contra Putin es un grupo de simpáticos ignorantes que tienen una fe absoluta en que un mafioso americano es mejor que un mafioso ruso... y allá ellos con sus planteamientos.

La segunda cuestión es mucho más compleja.
Quizás tenga algo que ver con esa doble cara del gobierno ruso: la internacional y la interna.

A nivel internacional, Rusia, sobre todo lejos de sus fronteras, se enfrenta una o dos veces al mes a las resoluciones de la OTAN y a Estados Unidos. Se opone a los conflictos bélicos (Libia, Iraq, Siria...), y pareciera que muestra un total respeto por el resto de gobiernos del mundo, sean del color político que sean.
Recuerdo las palabras del Presidente Rafael Correa de visita en Rusia, al ser preguntado por su opinión sobre el gobierno ruso, cuando afirmaba (cito de memoria): “En su política interna no tenemos ningún punto en común, pero a nivel internacional, Rusia siempre ha mostrado total respeto por América Latina y su soberanía”.
Y ciertamente, parece que Rusia está estableciendo miles de contratos con diferentes países, con diferentes gobiernos, y con todos mantiene un justo trato de “tú a tú”, de respeto, sin ínfulas coloniales.

Pero la izquierda siempre ha pecado de una máxima que es la de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”, y a menudo cae en valoraciones contradictorias.

De puertas adentro, Putin es una cosa muy diferente.
Debe recordar la izquierda occidental que es Putin quien está metiendo a los curas en las escuelas, el que está cerrando museos dedicados a escritores de izquierdas, que protege a los oligarcas y especuladores, que ha unificado a la Iglesia y al Estado, que promueve las ideas nacionalistas, la fe única en el dinero, y que permite y anima la explotación salvaje de millones de personas en su país.

A su vez, Putin es un hombre de talento: tiene el poder mágico de tomar las decisiones (hasta extremos autoritarios), y después criticarlas públicamente, haciendo caer la responsabilidad sobre otros, a los que después echa a la calle. Así, nuevamente, Putin queda en una duda, en una esperanza para muchos, en un “ a lo mejor...”, cuando es el principal culpable.

A su vez la izquierda occidental se fija en sus resultados electores, incontestables a pesar de las más que razonadas dudas que ofrecen las elecciones en Rusia.
Sí, una gran masa social apoya a Putin, y precisamente la apoya aquella que debiera ser el granero de votos y apoyos de la izquierda.
Pero para resolver esta cuestión... ufff... no estamos todavía capacitados. Podemos recordar como a las masas populares de EEUU también les encandiló durante décadas el llamado “sueño americano”, el quizás mañana sea rico. Y no llegaron a entender nunca la crueldad de tal sueño, basado únicamente en las guerras y expolios que su país realiza diariamente en todas las partes del mundo. No lo llegarán a entender nunca, pues la idiotización de ese pueblo, la negación del libro y la ideología, el cinturón de la música pop y la feliz ignorancia los tiene muy bien atados.
Y eso también está ocurriendo en Rusia, estamos en ese proceso... y quizás pronto ya sea tarde.

También quizás tenga algo que ver la inexistencia de oposición seria y creíble. Dirán que los comunistas empataron (si acaso no ganaron) en las últimas elecciones al parlamento. Sí, pero son esos mismos comunistas que invitan al evasor de impuestos Gerard Depardieu a ingresar en su Partido, y son los mismos comunistas que en fiestas de guardar felicitan a través de su página a la Iglesia Ortodoxa, e incluso proponer colaboración con ella. No me hablen de este Partido Comunista Ruso, porque no lo entiendo.

Así pues, ese es Putin, pero, maldita sea, a menudo consigue caernos bien, pues “a lo mejor...”

1 comentario:

  1. Maravilloso análisis sobre el accionar del camarada Putin. Vale la esperar por textos de este calibre.
    Un abrazo compañero...

    ResponderEliminar