ARMAS,
INJURIAS Y BLASFEMIAS.
Visionarios.
Para enfrentar los graves problemas de Rusia, como son la pobreza de
millones, la desigualdad, la pérdida estrepitosa de población, la
destrucción premeditada de cualquier forma de cultura y sanidad
universal... esos señores de arriba planean grandes proyectos para
un futuro próximo: la legalización de las armas, la prohibición de
la injuria y la prohibición de la blasfemia antirreligiosa, valga la redundancia.
La
prohibición de las injurias está ya firmada. Qué es una injuria y
qué no lo es, sólo ellos lo saben. Quizás ellos mismos nacieron
con la injuria, quizás de tanto practicarla la acabaron entendiendo.
Me recuerda a la Carta de los Derechos Humanos, escrita por aquellos
países que los violaron más a menudo, y los siguen violando.
La
sola propuesta de legalizar las armas es una injuria moral, aunque
una injuria armada. Sobre la moral y las balas tienen el
consentimiento de los que claman incluso contra las terapéuticas
blasfemias verbales, bastante inocentes, por cierto, en el oceánico idioma
ruso. Por otro lado, para un español, la prohibición de blasfemar
es algo que le da ganas de utilizar las armas.
“El
idioma español es, ciertamente, el más blasfematorio del mundo. A
diferencia de otros idiomas, en los que juramentos y blasfemias son,
por regla general, breves y separados, la blasfemia española asume
fácilmente la forma de un largo discurso en el que tremendas
obscenidades, relacionadas principalmente con Dios, Cristo, el
Espíritu Santo, la Virgen y los Santos Apóstoles, sin olvidar al
Papa, pueden encadenarse y formar frases escatológicas e
impresionantes. La blasfemia es un arte español. En México, por
ejemplo, donde, sin embargo, la cultura española se halla presente
desde hace cuatro siglos, nunca he oído blasfemar convenientemente.
En España, una buena blasfemia puede ocupar dos o tres líneas.
Cuando las circunstancias lo exigen puede, incluso, convertirse en
una letanía al revés” Luis Buñuel
Sobre
las injuria: en la ciudad de Krimsk hace pocos días sucedió una
tremenda catástrofe en forma de inundaciones. Desde Moscú se
declararon 150 víctimas. A aquellos lugareños, víctimas de la
tragedia, que gritaron que los muertos eran muchos más, que los
conocían personalmente, fueron detenidos, por uso de la injuria. 150 y punto. El resto son muertos injuriosos.
Sobre
las armas: de cómo el país que en su día tuvo más científicos,
poetas y profesores por metro cuadrado del mundo quiere convertirse en
un decorado de las películas del Oeste... no lo llego a entender. Ni
quiero creérmelo. Si tan alarmante noticia es una cortina de humo,
no me quiero imaginar lo alarmante de lo que quieren esconder.
Ya
hay armas hoy en las calles de Rusia. Las llevan, por ejemplo, esos
señores con traje que son los chóferes de los que se las compraron.
Les sirven de protección cuando llevan a la mujer del oligarca a la
peluquería, o a su hija a la universidad. Sólo imagino que puedan
protegerse de ellos mismos, cuando forman filas de enormes coches
negros a las puertas de las facultades y las iglesias principales,
mientras esperan que sus dueños reciban la bendición.
Yo
mismo vi un tiroteo. Fue en Irkutsk, en la Plaza del Mercado Central.
Vi quién disparó. La policía, que por cierto casi siempre va
desarmada, no quiso tomarnos declaración a los testigos.
Pero
hablemos de la Iglesia. La blasfemia, por supuesto, no será delito
sólo en su forma lingüística. Se trata de perseguir a todo y a todos
los que ofendan a su religión, a sus creyentes, a sus credos o a sus
acciones.
“Con
la iglesia hemos topado, Sancho”... sólo falta saber quién será
el Gran Inquisidor.
Por
eso, como buen ciudadano que soy, y viendo el panorama, declaro que:
La
Iglesia Rusa es tan maravillosa como la española. Quiero mucho a las
dos. No sé a cuál más. Son como papá y mamá.
La
Iglesia Rusa es comprensiva y cariñosa con los homosexuales, a los
que quiere ayudar y apoya en todos sus problemas.
La
Iglesia Rusa no compra y vende inmuebles en Moscú. Mucho menos ese
famoso hotel de la Avenida Lomonósov.
La
Iglesia Rusa siempre está al lado del débil. Roba a los ricos y lo
entrega a los pobres.
La
Iglesia Rusa no tiene relación directa con el gobierno ruso.
La
Iglesia Rusa que estaba en el exilio no colaboró con las autoridades
de la región francesa ocupada por los nazis para luchar contra el
socialismo.
La
Iglesia Rusa no apoya a grupos de extrema derecha en Rusia.
La
Iglesia Rusa no entra en los colegios y universidades. Tampoco
presiona al Ministerio para prohibir ciertos libros e implantar
otros.
El
Patriarca Kiril no lleva un reloj de miles de dólares.
La
Iglesia Rusa no está reclamando, obteniendo y cerrando edificios que
los malditos e infernales comunistas convirtieron en escuelas y
museos.
La
Iglesia Rusa no apoya acciones militares en el Cáucaso contra,
oficialmente, ciudadanos rusos .
La
Catedral del Cristo Salvador no alquila sus instalaciones para actos
privados y políticos. La Iglesia Rusa está en contra de la
legalización de las armas.
Y vale por ahora. No quiero ganar el cielo tan rápido.