viernes, 9 de marzo de 2012



TROMPETISTAS Y TROMPETAS (O FLAUTISTAS Y FLAUTAS, AL GUSTO)

Una de las cosas más molestas en el estudio de la literatura son sus clasificaciones y, sobre todo, el poco poético estudio de cada movimiento poético. Molestos se han de sentir los poetas enclaustrados en ellos.
No hay solución. Es muy humano, y quizás necesario, clasificar las cosas. Lo único que se puede hacer es inventar nuevas y más molestas clasificaciones. Barra libre. Propongo, para empezar, simples clasificaciones binarias. Poetas casados contra solteros; de carne o de pescado; zurdos contra diestros... No faltaría quien sacase brillantes conclusiones de esos estudios.

Un día, el poeta David Burliuk presentó a un grupo de poetas a su “amigo y gran poeta Vladímir Mayakovsky”. Sucede que éste casi no se había dedicado a la poesía hasta entonces, y no tuvo más remedio que convertirse en uno de los más grandes poetas de su tiempo para no dejar en mal lugar a su amigo.
Pocos años después, en 1913, Mayakovsky escribió el siguiente poema, que aquí he intentado traducir:


“Embadurné el mapa de un día laboral                      
Con la pintura derramada de un vaso
Mostré en la gelatina de un plato
Las afiladas fauces del mar.
Leí en las escamas de un pez de latón
que unos nuevos labios me querían
Y ustedes,
¿Tocar un nocturno,
Podrían,
En una flauta – canalón?”

Téngase en cuenta que la palabra canalón en ruso es “tubería para aguas (vodostóchnaia trubá)”, y “trubá”, tubería, también significa trompeta.

El poema se haría famoso en poco tiempo, junto a su autor. En el poema, puerta de las futuras vanguardias, el poeta futurista desafiaba a hacer algo imposible, hacer música soplando por un canalón. En otras palabras, a realizar una nueva poesía, motor de un mundo nuevo. A crear antes que expresar.

Unos años más tarde, ya en 1921, Iliá Ehrenburg se atrevió a responder al Titán en los versos de uno de sus poemas, que empezaba así:

No soy trompetista. Soy trompeta. ¡Sopla Tiempo!

La nueva clasificación ya está servida. Ehrenburg pretendía ser el medio por el que los tiempos se expresasen. Expresar antes que crear.

No era un enfrentamiento ideológico. En esos temas estaban de acuerdo. Era un enfrentamiento respecto al papel del poeta en el mundo. Motor o filtro. Creador o cronista.

Ahora toca ir colocando a los demás en su lado correspondiente. En el que se toca la flauta o se es la flauta misma. Muy divertido. Inútil pero entretenido. Se me ocurre colocar a Bábel y Machado junto a Ehrenburg. A Gógol y a Lorca junto a Mayakovsky. O al revés. Lo mismo da.

Ehrenburg y Mayakovsky llegaron a ser grandes amigos. En los años 20, el primero invitó al segundo a visitar el taller de Pablo Picasso (trompetista) en París. Ehrenburg preguntó a su compañero por su opinión respecto a los diferentes movimientos o periodos pictóricos del pintor. Mayakovsky se encogió de hombros y dijo no ver periodos, “Todo es realismo”, declaró. Cosas que pasan.

2 comentarios:

  1. Interesante punto de inicio en una discusión tan antigua como el aire. Tal vez y sólo tal vez, las clasificaciones oculten el miedo que sienten, sentimos ante lo inexplicable de la vida misma. Clasificar, canonizar es la mejor forma de detener. Enrique la mesa está servida para que los reaccionarios reaccionen de una buena vez. Por el momento me quedo con Mayakovsky, me inquieta más y me obliga siempre a mucho más.
    Martín

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  2. Quizás, sólo quizás, ya estés preparado para contribuir al conocimiento universal editando y corrigiendo esto en la wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Ili%C3%A1_Erenburg
    Y los autores que consideres.

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