RÁPIDO
PAISAJE INVERNAL Y POLÍTICO.
Suburbio
moscovita. Desde siempre, tres franjas de color: la de abajo, blanca
como la nieve, de nieve; la del centro, de negro los bosques sin
hojas, de plata los troncos; la de arriba, roja, naranja, cobre, de
larguísimo atardecer invernal.
Más
arriba, abriéndose como un agujero oscuro que habrá de cubrirlo
todo, la noche.
Una
variante: después de las grandes nevadas los bosques, cubiertos,
también aparecen blancos. Excepto los troncos, que en dos colores
indica la dirección que tuvo la tormenta.
Con
el paso del tiempo, por la franja blanca fueron apareciendo líneas
rectas y torcidas, caminos, carreteras. Lejanos tintineos dorados de
cúpulas de iglesia: blanco y amarillo. Los primeros faroles
iluminarían la nieve al compás de los andantes, (en noches de luna,
su luz rebota en ella como si fuera un espejo. En esas noches no
harían falta faroles).
Pequeñas
manchas marrones, casas de madera que siempre acababan ardiendo.
Fiebre de llamas sobre la nieve. Desfiles de hombres buscando nuevos
poblados, nuevos amos.
Franja
negra. Entre los árboles aparecieron manchas cuadradas,
amarillentas, grises. Nuevas casas. Ventanas encendidas. Fábricas
echando humo negro. Filas de hombres. Ancianos en las escuelas.
Cayeron
muchas bombas. Huellas de tanques. La nieve se volvió roja, y la
sangre, blanca.
Altas
farolas hacen brillar los troncos negros y fríos. La nieve se ve
amarilla bajo ellas. Carteles luminosos y semáforos.
Sobre
el rojizo y oscuro cielo de la tarde aparecieron altas siluetas
blanquecinas. Universidades. Hospitales. Rascacielos que por las
ventanas iluminadas muestran libros de colores.
¿Cuánto
vale todo esto? Toda la tierra bajo el hielo, con sus tesoros y
recuerdos, el cielo, el aire... Todo lo vendo. Todo lo compras.
Con
lo ganado, me iré.
La
gente fue a votar, (no digo pueblo, que no se puede morir y votar a
la vez), acercándose a las viejas escuelas, pisoteando y
ennegreciendo los caminos cubiertos de nieve recién caída.
Eligió,
una gran mayoría de ellos, al que se sabe que paga por lo que se vende. Otros
prometían pagar más, pero desconfiaron de ellos. Quizás un pequeño
acento patriótico les hizo preferir como dueños a las mafias rusas
frente a las mafias occidentales.
Pagan.
Bolsillos llenos. Los hijos estudian finanzas e idiomas para opositar
a las mafias, para cuando sólo queden ellas. Casi todos felices. Hay
esperanza mientras no se gasta.
Pero
hermano, la tierra, el cielo, los colores, los perfiles, pronto sólo
nos pertenecerán en las descripciones.
Si solo nos peetenecerán las descripciones, pero por el momento hay que recordar a esos contrabandistas que nos van vaciando de sensaciones, mientras gobiernan. Hay que recordarlos y que sepan de nuestro recuerdo... Martín
ResponderEliminarEstimado Enrique estás un poco lento a la hora de producir... Los muchachos quieren más y no paran de impacientarse... Moviendo los deditos viejo camarada... Nosotros agradecidos como siempre
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