sábado, 16 de febrero de 2013


 … Y CAYÓ UN METEORITO.



Qué fácil es hacer feliz a un pueblo...

Me viene a la cabeza aquella estrofa de Visotskiy. Era algo parecido a esto: “E hicimos las cúpulas doradas para intentar que Dios se diese más cuenta de que estamos aquí”.

Pues mira, se ha dado cuenta. Y qué algorozo, que gustazo de meteorito.

(En algún ministerio estarán pensando en lanzar uno de estos dos veces al año, para subir la moral y el ánimo del país. Alemania se ha ofrecido a fabricarlos; lamentarán, a su vez, que no haya caído sobre Sochi el día de la ceremonia inaugural de las olimpiadas, que hubiese encendido la antorcha a la vez que retumbase el himno)

¿Ha sido la caída de este meteorito la mejor noticia en Rusia en los últimos treinta años?
Posiblemente sí.

¿Qué más puede pedir el pueblo ruso que unos fuegos artificiales semejantes, y gratis... y que rompa cristales, y haga ¡Bum, Bummmm! Que nadie se preocupe por Rusia en los próximos meses, que está feliz, en éxtasis, tiene risa y conversación para largo.

Pasaporte concedido al meteorito, como a Depardieu
Las bromas corretean por el país como niñas con coletas por el pasillo de un colegio. “Esto era el fin del mundo, que ha llegado con retraso, pues lo enviaron por Correos de Rusia”

¿Y qué otro pueblo, díganme, reacciona segundos después de la caída de un meteorito, después de ver paredes y cristaleras rotas, rompiendo a mano los cristales de sus casas para que el gobierno les pague unos nuevos? Se han dado casos. Qué agilidad mental, qué orgulloso me hacéis sentir...



Cheliabinsk antes y después del meteorito

En los periódicos de España leo: “El fenómeno lleva el pánico a los Urales"

La cuestión es ofender. ¿Pánico en Cheliabinsk, el Bilbao ruso?
Una leve sorpresa, quizás, una ruidosa brisa mañanera. Amenazas al cielo de los que han visto que les rayó un poco el coche... y ahora nostalgia, miradas al horizonte a ver si cae otro, a poder ser, más grande, que éste supo a poco.
Y envidia entre los que no lo vieron caer. 



1 comentario:

  1. Todo depende de cómo se mire.
    En España se ha reaccionado siempre, al menos una parte de la sociedad, con humor socarrón ante hechos desagradables (el caso de Miguel Ángel Blanco fue bastante sintómatico). No creo que la ironía sea consecuencia de un pueblo, sino que se trata de una actitud ante un hecho desagradable como manera de relativizarlo.

    Por otro lado,los periódicos extranjeros tienden a exagerar la importancia de las noticias del resto de países, porque venden más, porque así los corresponsales (esos profesionales ávidos de justificar su trabajo para mantener su supuesta tarea informadora)se cubren las espaldas. No he conocido gente más deseosa de tragedias que los periodistas destinados en el extranjero.
    Un saludo

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