… Y CAYÓ UN METEORITO.
Qué fácil es hacer
feliz a un pueblo...
Me viene a la cabeza
aquella estrofa de Visotskiy. Era algo parecido a esto: “E hicimos
las cúpulas doradas para intentar que Dios se diese más cuenta de
que estamos aquí”.
Pues mira, se ha dado
cuenta. Y qué algorozo, que gustazo de meteorito.
(En algún ministerio
estarán pensando en lanzar uno de estos dos veces al año, para
subir la moral y el ánimo del país. Alemania se ha ofrecido a
fabricarlos; lamentarán, a su vez, que no haya caído sobre Sochi el
día de la ceremonia inaugural de las olimpiadas, que hubiese
encendido la antorcha a la vez que retumbase el himno)
¿Ha sido la caída de
este meteorito la mejor noticia en Rusia en los últimos treinta
años?
Posiblemente sí.
¿Qué más puede pedir
el pueblo ruso que unos fuegos artificiales semejantes, y gratis... y
que rompa cristales, y haga ¡Bum, Bummmm! Que nadie se preocupe por
Rusia en los próximos meses, que está feliz, en éxtasis, tiene
risa y conversación para largo.
Pasaporte concedido al meteorito, como a Depardieu |
Las bromas corretean por el
país como niñas con coletas por el pasillo de un colegio. “Esto
era el fin del mundo, que ha llegado con retraso, pues lo enviaron
por Correos de Rusia”
¿Y qué otro pueblo,
díganme, reacciona segundos después de la caída de un meteorito,
después de ver paredes y cristaleras rotas, rompiendo a mano los
cristales de sus casas para que el gobierno les pague unos nuevos? Se
han dado casos. Qué agilidad mental, qué orgulloso me hacéis
sentir...
Cheliabinsk antes y después del meteorito |
En los periódicos de
España leo: “El fenómeno lleva el pánico a los Urales"
La cuestión es ofender.
¿Pánico en Cheliabinsk, el Bilbao ruso?
Una leve sorpresa,
quizás, una ruidosa brisa mañanera. Amenazas al cielo de los que
han visto que les rayó un poco el coche... y ahora nostalgia, miradas
al horizonte a ver si cae otro, a poder ser, más grande, que éste
supo a poco.
Y
envidia entre los que no lo vieron caer.
Todo depende de cómo se mire.
ResponderEliminarEn España se ha reaccionado siempre, al menos una parte de la sociedad, con humor socarrón ante hechos desagradables (el caso de Miguel Ángel Blanco fue bastante sintómatico). No creo que la ironía sea consecuencia de un pueblo, sino que se trata de una actitud ante un hecho desagradable como manera de relativizarlo.
Por otro lado,los periódicos extranjeros tienden a exagerar la importancia de las noticias del resto de países, porque venden más, porque así los corresponsales (esos profesionales ávidos de justificar su trabajo para mantener su supuesta tarea informadora)se cubren las espaldas. No he conocido gente más deseosa de tragedias que los periodistas destinados en el extranjero.
Un saludo